La pesca de arrastre aumenta la vulnerabilidad de más especies
Fecha de Publicación: 03/09/2015
Fuente: EP
País/Región: Internacional
La pesca de arrastre de profundidad, incrementa el número de especies vulnerables, ya que a partir de 600 metros de profundidad aumenta la diversidad de las mismas en las aguas, al tiempo que eleva el número de potenciales descartes y reduce el valor comercial de la pesca, según un estudio científico.
Así, el informe ' A Scientific Basis for Regulating Deep-Sea Fishing by Depth, publicado en Current Biology' respalda el argumento de que la Unión Europea impida la pesca de arrastre de fondo a más de 600 metros de profundidad, ante la reunión esta semana de funcionarios comunitarios, precisamente para valorar la aprobación de una nueva legislación común sobre la gestión de pesquerías de una nueva legislación comunitaria sobre la getión de pesquerías en aguas profundas.
El estudio también será presentado en esta reunión y se basa en el análisis de las capturas de peces realizadas por buques de arrastre en aguas profundas del Atlántico nororiental.
En concreto, concluye que el número de especies que sufren el impacto de esta actividad aumenta significativamente debido al aumento de la diversidad a mayor profundidad, a más de 600 metros. A consecuencia de esto, señala que también es probable que aumente el porcentaje de capturas accesorias y descartes aumente exponencialmente.
Además, subraya que la captura de especies es "particularmente vulnerable" para el tiburón y la raya y que el valor comercial del pescado capturado reduce su valor.
Por ello, los autores del estudio propinen limitar la pesca de arrastre a una profundidad máxima de 600 metros como una "estrategia eficaz que se ajustaría a las necesidades de la legislación europea".
En julio de 2012 la Comisión Europea presentó una propuesta para sustituir el fallido reglamento de pesca en aguas profundas en el Atlántico nororiental. Los 28 ministros de pesca de la UE todavía no han adoptado una posición, a pesar de que el Parlamento Europeo votó el nuevo reglamento en diciembre de 2013.
Según recuerda Deep Sea Conservation Coalition, Luxemburgo, que ostenta actualmente la presidencia de la UE, indicó que la negociación de una decisión del Consejo sobre dicha legislación es una prioridad y se ha previsto que las negociaciones se retomen en septiembre partiendo de un borrador que incluye un límite de profundidad para la prohibición de la pesca de arrastre de fondo y la pesca con redes de enmalle.
La autora principal del informe, Joanna Clarke, de la Universidad de Glasgow ha explicado en un comunicado que la principal conclusión de sus hallazgos es que la tendencia que se observa en la composición de la captura en la horquilla de 600 a 800 metros demuestra que los impactos ecológicos colaterales "aumentan significativamente mientras que la ganancia por unidad desciende".
Asimismo, el estudio insiste en que faenar a más profundidad causa "cada vez más daño a cambio de un beneficio que se va reduciendo". "Se obtendrían mejoras muy específicas de cara a la conservación de las especies estableciendo un límite de profundidad de unos 600 metros", destaca el informe.
En este sentido, Clarke ha recordado que la pesca de arrastre de fondo, que consiste en arrastrar redes enormes fijadas a placas y cables de acero por el fondo marino ha sido ampliamente reconocida como una de las amenazas más graves y destructivas para los ecosistemas del fondo marino en el Atlántico nororiental.
Además, se ha demostrado que la pesca de arrastre realizada por la flota francesa en aguas de Irlanda y Escocia captura más de 100 especies, la mayoría sin valor comercial y que se acaban descartando.
Junto con este estudio, Deep Sea Conservation Coalition añade que la investigación científica a lo largo del último año ha demostrado que las especies y los ecosistemas de aguas profundas actúan como enormes sumideros de dióxido de carbono, pero su capacidad para ello se ve mermada por la pesca de arrastre de fondo.
Para el cofundador y asesor político de Deep Sea Conservation Coalition Matthew Gianni, el estudio "demuestra claramente" que es importante limitar la pesca de arrastre de fondo para poder conservar las poblaciones de peces y la biodiversidad y evitar la disminución del número de ejemplares de especies altamente vulnerables, así como para proteger los hábitat del fondo marino.
"Los responsables políticos deben escuchar a la comunidad científica y acordar la prohibición de la pesca de arrastre de fondo en zonas de más de 600 metros de profundidad. Los beneficios medioambientales superan con creces a los costes económicos", ha apostillado al tiempo que considera que los funcionarios de los Veintiocho tendrán que apoyar medidas para proteger una "zona enorme" de los océanos que rodean a Europa porque "se lo deben a los ciudadanos europeos".
En este contexto, la Deep Sea Conservation Coalition insta a los Estados miembro de la UE a proteger los ecosistemas del fondo marino y a que garanticen la sostenibilidad de la pesca.
Finalmente, plantea propuestas como solicitar evaluaciones de impacto medioambiental en todas las pesquerías en aguas profundas; garantizar que se de prioridad a la utilización de aparejos de pesca de bajo impacto y ecológicamente sostenibles; cerrar aquellas zonas donde haya ecosistemas marinos vulnerables, como por ejemplo corales y esponjas de aguas profundas, a la pesca de fondo y gestionar mejor tanto la captura como la captura accesoria de especies de aguas profundas.
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Fecha de Publicación: 03/09/2015
Fuente: EP
País/Región: Internacional
La pesca de arrastre de profundidad, incrementa el número de especies vulnerables, ya que a partir de 600 metros de profundidad aumenta la diversidad de las mismas en las aguas, al tiempo que eleva el número de potenciales descartes y reduce el valor comercial de la pesca, según un estudio científico.
Así, el informe ' A Scientific Basis for Regulating Deep-Sea Fishing by Depth, publicado en Current Biology' respalda el argumento de que la Unión Europea impida la pesca de arrastre de fondo a más de 600 metros de profundidad, ante la reunión esta semana de funcionarios comunitarios, precisamente para valorar la aprobación de una nueva legislación común sobre la gestión de pesquerías de una nueva legislación comunitaria sobre la getión de pesquerías en aguas profundas.
El estudio también será presentado en esta reunión y se basa en el análisis de las capturas de peces realizadas por buques de arrastre en aguas profundas del Atlántico nororiental.
En concreto, concluye que el número de especies que sufren el impacto de esta actividad aumenta significativamente debido al aumento de la diversidad a mayor profundidad, a más de 600 metros. A consecuencia de esto, señala que también es probable que aumente el porcentaje de capturas accesorias y descartes aumente exponencialmente.
Además, subraya que la captura de especies es "particularmente vulnerable" para el tiburón y la raya y que el valor comercial del pescado capturado reduce su valor.
Por ello, los autores del estudio propinen limitar la pesca de arrastre a una profundidad máxima de 600 metros como una "estrategia eficaz que se ajustaría a las necesidades de la legislación europea".
En julio de 2012 la Comisión Europea presentó una propuesta para sustituir el fallido reglamento de pesca en aguas profundas en el Atlántico nororiental. Los 28 ministros de pesca de la UE todavía no han adoptado una posición, a pesar de que el Parlamento Europeo votó el nuevo reglamento en diciembre de 2013.
Según recuerda Deep Sea Conservation Coalition, Luxemburgo, que ostenta actualmente la presidencia de la UE, indicó que la negociación de una decisión del Consejo sobre dicha legislación es una prioridad y se ha previsto que las negociaciones se retomen en septiembre partiendo de un borrador que incluye un límite de profundidad para la prohibición de la pesca de arrastre de fondo y la pesca con redes de enmalle.
La autora principal del informe, Joanna Clarke, de la Universidad de Glasgow ha explicado en un comunicado que la principal conclusión de sus hallazgos es que la tendencia que se observa en la composición de la captura en la horquilla de 600 a 800 metros demuestra que los impactos ecológicos colaterales "aumentan significativamente mientras que la ganancia por unidad desciende".
Asimismo, el estudio insiste en que faenar a más profundidad causa "cada vez más daño a cambio de un beneficio que se va reduciendo". "Se obtendrían mejoras muy específicas de cara a la conservación de las especies estableciendo un límite de profundidad de unos 600 metros", destaca el informe.
En este sentido, Clarke ha recordado que la pesca de arrastre de fondo, que consiste en arrastrar redes enormes fijadas a placas y cables de acero por el fondo marino ha sido ampliamente reconocida como una de las amenazas más graves y destructivas para los ecosistemas del fondo marino en el Atlántico nororiental.
Además, se ha demostrado que la pesca de arrastre realizada por la flota francesa en aguas de Irlanda y Escocia captura más de 100 especies, la mayoría sin valor comercial y que se acaban descartando.
Junto con este estudio, Deep Sea Conservation Coalition añade que la investigación científica a lo largo del último año ha demostrado que las especies y los ecosistemas de aguas profundas actúan como enormes sumideros de dióxido de carbono, pero su capacidad para ello se ve mermada por la pesca de arrastre de fondo.
Para el cofundador y asesor político de Deep Sea Conservation Coalition Matthew Gianni, el estudio "demuestra claramente" que es importante limitar la pesca de arrastre de fondo para poder conservar las poblaciones de peces y la biodiversidad y evitar la disminución del número de ejemplares de especies altamente vulnerables, así como para proteger los hábitat del fondo marino.
"Los responsables políticos deben escuchar a la comunidad científica y acordar la prohibición de la pesca de arrastre de fondo en zonas de más de 600 metros de profundidad. Los beneficios medioambientales superan con creces a los costes económicos", ha apostillado al tiempo que considera que los funcionarios de los Veintiocho tendrán que apoyar medidas para proteger una "zona enorme" de los océanos que rodean a Europa porque "se lo deben a los ciudadanos europeos".
En este contexto, la Deep Sea Conservation Coalition insta a los Estados miembro de la UE a proteger los ecosistemas del fondo marino y a que garanticen la sostenibilidad de la pesca.
Finalmente, plantea propuestas como solicitar evaluaciones de impacto medioambiental en todas las pesquerías en aguas profundas; garantizar que se de prioridad a la utilización de aparejos de pesca de bajo impacto y ecológicamente sostenibles; cerrar aquellas zonas donde haya ecosistemas marinos vulnerables, como por ejemplo corales y esponjas de aguas profundas, a la pesca de fondo y gestionar mejor tanto la captura como la captura accesoria de especies de aguas profundas.
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A la búsqueda de compromisos contra las amenazas a los océanos
América Latina debería asumir un liderazgo mundial en la adopción de medidas efectivas para proteger los océanos, amenazados por la pesca ilegal, el impacto del cambio climático y la contaminación marina por desechos plásticos y la acidificación.
“El mundo entero está atrasado en la adopción de medidas efectivas para proteger los océanos y América Latina no escapa a esta realidad”, afirmó a Tierramérica el director ejecutivo de la organización Oceana en Chile, Alex Muñoz.
Sin embargo, añadió, “esperamos que la región asuma un liderazgo en esta materia, creando grandes áreas marinas protegidas, eliminando la sobrepesca y adoptando mejores sistemas para combatir la pesca ilegal y no reportada”.
La ocasión propicia, dijo, será la segunda conferencia internacional Nuestro Océano, que se celebrará el 5 y 6 de octubre en el puerto chileno de Valparaíso, a 120 kilómetros al noroeste de Santiago.
En la conferencia, 400 representantes gubernamentales, científicos, empresarios y activistas ambientales de 90 países deberán “comprometerse a realizar acciones concretas para abordar las graves amenazas que afectan al océano”, anticipó a Tierramérica el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz.
“Los grandes temas globales deben ser abordados desde una perspectiva amplia e inclusiva”, puntualizó el canciller chileno.
En materia oceánica existe una gobernanza internacional, cuyo pilar es la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, adoptada en 1982, y que va a completarse con un tratado para preservar el alta mar, según resolvió en junio la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Pero, argumentó el canciller, “como complemento, nos parece indispensable que existan iniciativas que permitan analizar en forma más detallada y directa los esfuerzos que estamos haciendo los gobiernos para proteger este valioso recurso”.
La primera edición de la conferencia internacional se realizó en 2014 en Washington e impulsó alianzas e iniciativas voluntarias valoradas en más de 800 millones de dólares, destinadas a la conservación de los océanos y nuevos compromisos para la protección de más de tres millones de kilómetros cuadrados de mar.
Riqueza amenazada
Los océanos cubren más de 70 por ciento de la superficie del globo, pero solo uno por ciento de su área está protegido. Entre 50 y 80 por ciento de la vida en la Tierra se encuentra bajo la superficie de los océanos y 97 por ciento del agua del planeta es salada, según datos de la ONU.
Los fitoplancton producen la mitad del oxígeno de la atmósfera mediante la fotosíntesis y la vasta variedad de productos que ofrece con gran potencial nutricional, aportan a la seguridad alimentaria mundial.
Un estudio, publicado en abril por el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF), indica que los océanos esconden riquezas desaprovechadas por unos 24 billones (millones de millones) de dólares.
Los océanos son, además, inspiración para artistas plásticos y poetas, como el chileno Pablo Neruda (1904-1973), premio Nobel de Literatura 1971.
En su poema “El gran océano” escribió: “Si de tus dones y de tus destrucciones, Océano a mis manos pudiera destinar una medida, una fruta, un fermento, escogería tu reposo distante, las líneas de tu acero, tu extensión vigilada por el aire y la noche y la energía de tu idioma blanco que destroza y derriba sus columnas en su propia pureza demolida”.
Sin embargo, los océanos concentran una de las mayores amenazas para los ecosistemas por sobreexplotación, uso indebido y el cambio climático, entre otros factores, alertó el WWF.
De esos peligros no está exenta América Latina, donde se ubican cinco de los 25 países que más capturan peces en el mundo: Perú, Chile, México, Argentina y Brasil, por ese orden.
Solo en Chile, 16 de las 33 principales pesquerías, que definen la extracción industrial de cada recurso marino específico en zonas determinadas de la costa, están en situación crítica por sobreexplotación, según un informe oficial.
En el caso de Perú, fenómenos climáticos ponen en riesgo la pesca industrial de la anchoveta, considerada la segunda pesquería más grande del planeta, después de la de China.
La pesca ilegal, en tanto, tiene amenazadas a algunas especies de tiburones, como el triaenodon obesus, que habita los arrecifes de las costas pacificas de América Central, además de la merluza negra, también llamada bacalao austral (Dissostichus eleginoides), y el pepino de mar (Holoturoideos).
El canciller Muñoz precisó que el valor mundial de la pesca ilegal alcanza a 23.000 millones de dólares, “monto muy cercano a lo que mueve el narcotráfico”.
A esto se suma el grave problema de contaminación por desechos plásticos que sufren los océanos del planeta. Se estima que en 2010 se vertieron ocho millones de toneladas de plástico al mar que provocaron la muerte de millones de aves y animales marinos.
Actualmente, el plástico representa 80 por ciento de la basura en los océanos y costas.
La acidificación del océano, en tanto, es una de las consecuencias que el cambio climático está produciendo en nuestro planeta y sus efectos podrían provocar que exista una variación en las especies y cantidades de peces que bordeen las costas en los próximos años.
Por todo esto, afirmó el canciller, se hace necesaria la continuidad de la conferencia, porque existe “la urgencia de proteger nuestros mares y de ‘revisar’ los compromisos gubernamentales de los que se debe rendir cuenta, a la vez que comprometerse con nuevas acciones”.
Y en esta versión, anticipó el ministro, a los cuatro temas centrales se sumarán el papel de las comunidades locales en las islas oceánicas, la filantropía al servicio de la protección y conservación marina y un segmento sobre gobernanza, ejemplificado en el régimen de regulación del alta mar.
Anunció, además, que el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, creador de la iniciativa, confirmó una tercera edición de estas conferencias, que se realizará nuevamente en Washington en 2016.
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América Latina debería asumir un liderazgo mundial en la adopción de medidas efectivas para proteger los océanos, amenazados por la pesca ilegal, el impacto del cambio climático y la contaminación marina por desechos plásticos y la acidificación.
“El mundo entero está atrasado en la adopción de medidas efectivas para proteger los océanos y América Latina no escapa a esta realidad”, afirmó a Tierramérica el director ejecutivo de la organización Oceana en Chile, Alex Muñoz.
Sin embargo, añadió, “esperamos que la región asuma un liderazgo en esta materia, creando grandes áreas marinas protegidas, eliminando la sobrepesca y adoptando mejores sistemas para combatir la pesca ilegal y no reportada”.
La ocasión propicia, dijo, será la segunda conferencia internacional Nuestro Océano, que se celebrará el 5 y 6 de octubre en el puerto chileno de Valparaíso, a 120 kilómetros al noroeste de Santiago.
En la conferencia, 400 representantes gubernamentales, científicos, empresarios y activistas ambientales de 90 países deberán “comprometerse a realizar acciones concretas para abordar las graves amenazas que afectan al océano”, anticipó a Tierramérica el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz.
“Los grandes temas globales deben ser abordados desde una perspectiva amplia e inclusiva”, puntualizó el canciller chileno.
En materia oceánica existe una gobernanza internacional, cuyo pilar es la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, adoptada en 1982, y que va a completarse con un tratado para preservar el alta mar, según resolvió en junio la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Pero, argumentó el canciller, “como complemento, nos parece indispensable que existan iniciativas que permitan analizar en forma más detallada y directa los esfuerzos que estamos haciendo los gobiernos para proteger este valioso recurso”.
La primera edición de la conferencia internacional se realizó en 2014 en Washington e impulsó alianzas e iniciativas voluntarias valoradas en más de 800 millones de dólares, destinadas a la conservación de los océanos y nuevos compromisos para la protección de más de tres millones de kilómetros cuadrados de mar.
Riqueza amenazada
Los océanos cubren más de 70 por ciento de la superficie del globo, pero solo uno por ciento de su área está protegido. Entre 50 y 80 por ciento de la vida en la Tierra se encuentra bajo la superficie de los océanos y 97 por ciento del agua del planeta es salada, según datos de la ONU.
Los fitoplancton producen la mitad del oxígeno de la atmósfera mediante la fotosíntesis y la vasta variedad de productos que ofrece con gran potencial nutricional, aportan a la seguridad alimentaria mundial.
Un estudio, publicado en abril por el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF), indica que los océanos esconden riquezas desaprovechadas por unos 24 billones (millones de millones) de dólares.
Los océanos son, además, inspiración para artistas plásticos y poetas, como el chileno Pablo Neruda (1904-1973), premio Nobel de Literatura 1971.
En su poema “El gran océano” escribió: “Si de tus dones y de tus destrucciones, Océano a mis manos pudiera destinar una medida, una fruta, un fermento, escogería tu reposo distante, las líneas de tu acero, tu extensión vigilada por el aire y la noche y la energía de tu idioma blanco que destroza y derriba sus columnas en su propia pureza demolida”.
Sin embargo, los océanos concentran una de las mayores amenazas para los ecosistemas por sobreexplotación, uso indebido y el cambio climático, entre otros factores, alertó el WWF.
De esos peligros no está exenta América Latina, donde se ubican cinco de los 25 países que más capturan peces en el mundo: Perú, Chile, México, Argentina y Brasil, por ese orden.
Solo en Chile, 16 de las 33 principales pesquerías, que definen la extracción industrial de cada recurso marino específico en zonas determinadas de la costa, están en situación crítica por sobreexplotación, según un informe oficial.
En el caso de Perú, fenómenos climáticos ponen en riesgo la pesca industrial de la anchoveta, considerada la segunda pesquería más grande del planeta, después de la de China.
La pesca ilegal, en tanto, tiene amenazadas a algunas especies de tiburones, como el triaenodon obesus, que habita los arrecifes de las costas pacificas de América Central, además de la merluza negra, también llamada bacalao austral (Dissostichus eleginoides), y el pepino de mar (Holoturoideos).
El canciller Muñoz precisó que el valor mundial de la pesca ilegal alcanza a 23.000 millones de dólares, “monto muy cercano a lo que mueve el narcotráfico”.
A esto se suma el grave problema de contaminación por desechos plásticos que sufren los océanos del planeta. Se estima que en 2010 se vertieron ocho millones de toneladas de plástico al mar que provocaron la muerte de millones de aves y animales marinos.
Actualmente, el plástico representa 80 por ciento de la basura en los océanos y costas.
La acidificación del océano, en tanto, es una de las consecuencias que el cambio climático está produciendo en nuestro planeta y sus efectos podrían provocar que exista una variación en las especies y cantidades de peces que bordeen las costas en los próximos años.
Por todo esto, afirmó el canciller, se hace necesaria la continuidad de la conferencia, porque existe “la urgencia de proteger nuestros mares y de ‘revisar’ los compromisos gubernamentales de los que se debe rendir cuenta, a la vez que comprometerse con nuevas acciones”.
Y en esta versión, anticipó el ministro, a los cuatro temas centrales se sumarán el papel de las comunidades locales en las islas oceánicas, la filantropía al servicio de la protección y conservación marina y un segmento sobre gobernanza, ejemplificado en el régimen de regulación del alta mar.
Anunció, además, que el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, creador de la iniciativa, confirmó una tercera edición de estas conferencias, que se realizará nuevamente en Washington en 2016.
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Pesca industrial arrasa con la artesanal en América del SurEl modelo de explotación pesquera desarrollado en la última década en América del Sur y que convirtió a esa industria en una potencia mundial, arrasa con la pesca artesanal en las costas del océano Pacífico, un oficio ancestral que avanza ahora hacia su desaparición.
“La pesca es parte de la historia más ancestral, más remota del continente americano. Tanto en el cuerpo continental como en las costas y los canales fue sustento para un centenar de pueblos, o más aún, que vieron en la vida nómade en el mar, su condición de vida”, recordó a IPS el antropólogo social Juan Carlos Skewes.
En América Latina y el Caribe existen más de dos millones de pescadores artesanales o de pequeña escala que generan ingresos por unos 3.000 millones de dólares anuales, según cifras de la intergubernamental Organización Latinoamericana de Desarrollo Pesquero (Odelpesca).
La región acoge en sus costas sudamericanas a tres de los grandes ecosistemas marinos del mundo.
El más importante es la Corriente de Humboldt que atraviesa las costas pacíficas de Chile, Perú y Ecuador y que contribuye casi con el 20 por ciento del total de pesca de captura mundial, según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Otros ecosistemas importantes en la región son la Plataforma Patagónica que componen Argentina y Uruguay, y la Plataforma Sur del Brasil, ambas en el océano Atlántico.
Pese a la gran diversidad de especies y ecosistemas, en la región los flujos de producción e intercambio comercial están dominados por pocos países: Perú, Chile, México, Argentina y Brasil, que en conjunto y por ese orden capturan alrededor de 90 por ciento del total regional, con una producción total de 18 millones de toneladas anuales.
La pesca y la acuicultura fueron un importante aporte al bienestar y la prosperidad de los habitantes de zonas costeras sudamericanas, que por siglos encontraron en esta actividad su sustento económico y el acceso a un alimento alto en nutrientes.
“En el mundo prehispánico la pesca fue una herramienta fundamental para la existencia de los seres humanos y además sentó las bases para formas de vinculación con la naturaleza”, explicó Skewes.
La amenaza a esa forma de vida por la voraz industria lo ejemplifica Gino Bavestrello, de 57 años, un pescador artesanal chileno de la localidad costera de Corral, cercana a Valdivia, unos 810 kilómetros al sur de Santiago. Hijo y padre de pescadores, trabaja en el mar desde que tiene memoria.
“Soy pescador artesanal de toda la vida”, contó a IPS algo emocionado. “Mi padre fue buzo escafandra y encontró hace 30 años el mástil de la (corbeta) Esmeralda”, que naufragó durante la Guerra del Pacífico (1879-1883), agregó.
Bavestrello, dirigente del Consejo Nacional por la Defensa del Patrimonio Pesquero de Chile (Condepp), lleva dos meses sin subir a una embarcación. Sus fuerzas están puestas en lo que considera hoy un bien mayor: la anulación de una controvertida Ley de Pesca.
La norma está en vigor desde 2013, fue promovida el gobierno del derechista Sebastián Piñera (2010-2014) y otorga concesiones por 20 años prorrogables.
Con esta ley aumenta la concentración de la actividad a favor de la industria, denuncian los pescadores, pues establece que los derechos de pesca de las grandes empresas podrán entregarse a perpetuidad y ser heredables.
Además, sostienen, atenta directamente contra la biofauna marina y, por tanto, contra el sustento de los pescadores artesanales.
A esto se suman prácticas irregulares, como emergió en una reciente investigación judicial, que constató millonarios pagos de la empresa Corpesca, que controla 51,5 por ciento del mercado chileno, a parlamentarios que integraban la Comisión de Pesca del Senado cuando se aprobó en esa instancia el texto de la ley.
“Para nosotros es súper grave lo que está pasando. Llevamos dos meses sin llevar ningún sustento a nuestros hogares. Hemos organizado ollas comunes y gracias a la ciudadanía que nos ayuda constantemente, podemos alimentar a nuestras familias”, reveló el dirigente.
Reconoció que “lo que hacemos ahora es vender leña, para lo que hemos caído en prácticas ilegales, como cortar árboles nativos”.
Por eso, añadió, “es necesario que se pueda regular a la brevedad esta norma. Los pescadores no podemos seguir en estas condiciones. Lo que quiere esta ley es matarnos”, enfatizó.
Juan Carlos Quezada, portavoz de la Condepp, aseguró a IPS que la Ley de Pesca no solo privatizó los recursos, sino que también expropió los derechos de los pescadores artesanales.
“El 90 por ciento de los pescadores artesanales se quedaron sin cuotas de pesca”, afirmó Quezada, al ser asignadas solo a la industria y a los armadores.
“Los pescadores artesanales que antes tenían una cuota, una participación en la actividad económica de la extracción de peces del mar, se quedaron sin derechos y por lo tanto, muchos quedaron cesantes”, denunció.
En consecuencia, los afectados “debieron cambiar de rubro, y la gran mayoría se está transformando en trabajadores asalariados de otros pescadores artesanales dueños de varias embarcaciones”, porque si poseen más de dos se les considera armadores.
La competencia desigual entre pescadores artesanales e industriales es parte de una compleja crisis donde la sostenibilidad ecológica también está en riesgo en los países sudamericanos.
Un ejemplo de esta realidad acontece en Perú, donde la empresa petrolera argentina Pluspetrol es responsable por la contaminación de ríos y del lago Shanshacocha en la Amazonia. Como consecuencia de esto, la captura de peces ha disminuido en casi 50 por ciento en ese cuerpo lacustre.
Asimismo, la escasez de anchoveta en aguas peruanas hace peligrar las exportaciones de aceite y harina de pescado, uno de los principales productos de exportación de ese país.
En Colombia, en tanto, una investigación del Grupo de Biología de la Universidad Nacional concluyó que existen hoy hasta tres veces menos peces en las aguas nacionales que en la década de los 70.
“La actividad industrial en la región ha ido presionando, cada vez más, a los pescadores artesanales”, afirmó Skewes.
“Actualmente nos encontramos en un escenario donde el gran productor industrial se ha apropiado de una parte importante no solamente del océano sino de los cardúmenes”, afirmó.
Esa situación, explicó, “ha empujado al pequeño productor artesanal a establecer formas de sobrevivencia que comienzan a ser complejas para el mantenimiento de todo el ecosistema”.
El daño lo sufren personas de escasos recursos que comienzan a reubicarse en otros sectores de producción, lo que invisibiliza el problema desde el punto de vista social, añadió.
Con todo, los pescadores artesanales siguen en pie de lucha.
“Hoy luchamos contra la pobreza del pueblo pesquero artesanal, que vivía de los recursos naturales y que le entregaba estos recursos al pueblo como soberanía alimentaria”, aseveró Bavestrello.
“Los pescadores tenemos que seguir viviendo de los recursos naturales porque pescamos para vivir, mientras los industriales, lo hacen para lucrarse”, concluyó..
“La pesca es parte de la historia más ancestral, más remota del continente americano. Tanto en el cuerpo continental como en las costas y los canales fue sustento para un centenar de pueblos, o más aún, que vieron en la vida nómade en el mar, su condición de vida”, recordó a IPS el antropólogo social Juan Carlos Skewes.
En América Latina y el Caribe existen más de dos millones de pescadores artesanales o de pequeña escala que generan ingresos por unos 3.000 millones de dólares anuales, según cifras de la intergubernamental Organización Latinoamericana de Desarrollo Pesquero (Odelpesca).
La región acoge en sus costas sudamericanas a tres de los grandes ecosistemas marinos del mundo.
El más importante es la Corriente de Humboldt que atraviesa las costas pacíficas de Chile, Perú y Ecuador y que contribuye casi con el 20 por ciento del total de pesca de captura mundial, según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Otros ecosistemas importantes en la región son la Plataforma Patagónica que componen Argentina y Uruguay, y la Plataforma Sur del Brasil, ambas en el océano Atlántico.
Pese a la gran diversidad de especies y ecosistemas, en la región los flujos de producción e intercambio comercial están dominados por pocos países: Perú, Chile, México, Argentina y Brasil, que en conjunto y por ese orden capturan alrededor de 90 por ciento del total regional, con una producción total de 18 millones de toneladas anuales.
La pesca y la acuicultura fueron un importante aporte al bienestar y la prosperidad de los habitantes de zonas costeras sudamericanas, que por siglos encontraron en esta actividad su sustento económico y el acceso a un alimento alto en nutrientes.
“En el mundo prehispánico la pesca fue una herramienta fundamental para la existencia de los seres humanos y además sentó las bases para formas de vinculación con la naturaleza”, explicó Skewes.
La amenaza a esa forma de vida por la voraz industria lo ejemplifica Gino Bavestrello, de 57 años, un pescador artesanal chileno de la localidad costera de Corral, cercana a Valdivia, unos 810 kilómetros al sur de Santiago. Hijo y padre de pescadores, trabaja en el mar desde que tiene memoria.
“Soy pescador artesanal de toda la vida”, contó a IPS algo emocionado. “Mi padre fue buzo escafandra y encontró hace 30 años el mástil de la (corbeta) Esmeralda”, que naufragó durante la Guerra del Pacífico (1879-1883), agregó.
Bavestrello, dirigente del Consejo Nacional por la Defensa del Patrimonio Pesquero de Chile (Condepp), lleva dos meses sin subir a una embarcación. Sus fuerzas están puestas en lo que considera hoy un bien mayor: la anulación de una controvertida Ley de Pesca.
La norma está en vigor desde 2013, fue promovida el gobierno del derechista Sebastián Piñera (2010-2014) y otorga concesiones por 20 años prorrogables.
Con esta ley aumenta la concentración de la actividad a favor de la industria, denuncian los pescadores, pues establece que los derechos de pesca de las grandes empresas podrán entregarse a perpetuidad y ser heredables.
Además, sostienen, atenta directamente contra la biofauna marina y, por tanto, contra el sustento de los pescadores artesanales.
A esto se suman prácticas irregulares, como emergió en una reciente investigación judicial, que constató millonarios pagos de la empresa Corpesca, que controla 51,5 por ciento del mercado chileno, a parlamentarios que integraban la Comisión de Pesca del Senado cuando se aprobó en esa instancia el texto de la ley.
“Para nosotros es súper grave lo que está pasando. Llevamos dos meses sin llevar ningún sustento a nuestros hogares. Hemos organizado ollas comunes y gracias a la ciudadanía que nos ayuda constantemente, podemos alimentar a nuestras familias”, reveló el dirigente.
Reconoció que “lo que hacemos ahora es vender leña, para lo que hemos caído en prácticas ilegales, como cortar árboles nativos”.
Por eso, añadió, “es necesario que se pueda regular a la brevedad esta norma. Los pescadores no podemos seguir en estas condiciones. Lo que quiere esta ley es matarnos”, enfatizó.
Juan Carlos Quezada, portavoz de la Condepp, aseguró a IPS que la Ley de Pesca no solo privatizó los recursos, sino que también expropió los derechos de los pescadores artesanales.
“El 90 por ciento de los pescadores artesanales se quedaron sin cuotas de pesca”, afirmó Quezada, al ser asignadas solo a la industria y a los armadores.
“Los pescadores artesanales que antes tenían una cuota, una participación en la actividad económica de la extracción de peces del mar, se quedaron sin derechos y por lo tanto, muchos quedaron cesantes”, denunció.
En consecuencia, los afectados “debieron cambiar de rubro, y la gran mayoría se está transformando en trabajadores asalariados de otros pescadores artesanales dueños de varias embarcaciones”, porque si poseen más de dos se les considera armadores.
La competencia desigual entre pescadores artesanales e industriales es parte de una compleja crisis donde la sostenibilidad ecológica también está en riesgo en los países sudamericanos.
Un ejemplo de esta realidad acontece en Perú, donde la empresa petrolera argentina Pluspetrol es responsable por la contaminación de ríos y del lago Shanshacocha en la Amazonia. Como consecuencia de esto, la captura de peces ha disminuido en casi 50 por ciento en ese cuerpo lacustre.
Asimismo, la escasez de anchoveta en aguas peruanas hace peligrar las exportaciones de aceite y harina de pescado, uno de los principales productos de exportación de ese país.
En Colombia, en tanto, una investigación del Grupo de Biología de la Universidad Nacional concluyó que existen hoy hasta tres veces menos peces en las aguas nacionales que en la década de los 70.
“La actividad industrial en la región ha ido presionando, cada vez más, a los pescadores artesanales”, afirmó Skewes.
“Actualmente nos encontramos en un escenario donde el gran productor industrial se ha apropiado de una parte importante no solamente del océano sino de los cardúmenes”, afirmó.
Esa situación, explicó, “ha empujado al pequeño productor artesanal a establecer formas de sobrevivencia que comienzan a ser complejas para el mantenimiento de todo el ecosistema”.
El daño lo sufren personas de escasos recursos que comienzan a reubicarse en otros sectores de producción, lo que invisibiliza el problema desde el punto de vista social, añadió.
Con todo, los pescadores artesanales siguen en pie de lucha.
“Hoy luchamos contra la pobreza del pueblo pesquero artesanal, que vivía de los recursos naturales y que le entregaba estos recursos al pueblo como soberanía alimentaria”, aseveró Bavestrello.
“Los pescadores tenemos que seguir viviendo de los recursos naturales porque pescamos para vivir, mientras los industriales, lo hacen para lucrarse”, concluyó..