Reserva Ecologica Cacatachi Frente al Cambio Climatico (RECFRECC)

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sábado, 26 de diciembre de 2015

El daño al suelo se paga caro



Los suelos desnudos no dan bien de comer

Fecha de Publicación
: 13/05/2015
Fuente: EFE
País/Región: Internacional


Un centímetro de suelo puede tardar hasta mil años en formarse y en ese proceso  la erosión, la lluvia y el viento hacen que se pierdan grandes cantidades de suelos, llevándolos a mares, lagos y presas
Un suelo erosionado es como una persona desnuda, pues carece de la protección necesaria, y es incapaz de dar buenos alimentos, según el responsable de la FAO Ronald Vargas, que elogia la lucha en países como Honduras para frenar esa degradación.
Coincidiendo con el Año Internacional de los Suelos, el experto de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) insiste en que, aunque no se vea a simple vista el llamado “recurso oculto”, “la contaminación de los suelos puede afectar a la calidad de los alimentos”.
“Los desechos mineros y de los seres humanos, y el excesivo uso de pesticidas y fertilizantes minerales tienen un impacto en la calidad del suelo, lo que ejerce una influencia directa sobre las plantas y sus productos”, afirma en declaraciones a Efe.
Un centímetro de suelo puede tardar hasta mil años en formarse y en ese proceso interminable la erosión, la lluvia y el viento hacen que se pierdan grandes cantidades de suelos, llevándolos a mares, lagos y presas.
Por eso, defiende el especialista boliviano, cuando los agricultores se afanan en producir cada vez más sin proteger el suelo, dejándolo “limpio” para sus cultivos, en realidad lo que están haciendo es “como dejar a una persona desnuda”.

Honduras, un ejemplo
Eso es lo que ocurre, por ejemplo, en Centroamérica con la práctica agrícola de la tala y la quema de materia orgánica, que -a su juicio- arrebata al suelo la vegetación con la que protegerse frente al impacto de los fenómenos meteorológicos.
En Honduras, el proyecto Quesungual, que lleva el nombre de la zona cercana a la frontera con El Salvador donde se implantó por primera vez en la década de 1990, ha cambiado el paisaje degradado por uno más verde.
Allí los pequeños agricultores, de escasos recursos y que cultivan sus tierras en laderas, solían cortar a cierta altura los árboles y quemar toda la biomasa.
Germán Flores, director del Programa Especial para la Seguridad Alimentaria en Honduras, destaca a Efe por internet que poco a poco lograron convencer a productores para que cambiaran de modelo.
Les ofrecieron grano en caso de pérdidas económicas y, tras dejar una primera parte de sus parcelas sin quemar y podar árboles dispersos en vez de talarlos, los propios agricultores observaron luego que la materia orgánica se había acumulado y fertilizado mejor el suelo, indica Flores.

El Niño en 1997 dio la razón
El fenómeno de El Niño en 1997 fue, paradójicamente, la mejor carta de presentación en otras partes del país de ese sistema agroforestal promovido por la FAO.
Mientras los agricultores que habían quemado toda la biomasa perdieron su producción por completo, las pérdidas de aquellos que habían optado por el sistema alternativo fueron menos de una cuarta parte, según Flores.
El responsable hondureño enumera algunas ventajas del nuevo modelo: en este tiempo se han conservado mejor los suelos y ha aumentado su fertilidad sin necesitar tantos fertilizantes; hay más humedad y microorganismos en la tierra, y los pequeños productores tienen maíz y frijol para todo el año.
Flores considera que fue una buena idea no empezar con una ley, sino capacitando a los agricultores, y reconoce que sigue habiendo obstáculos como el impacto de la ganadería o la tenencia de la tierra en manos de terceros, aunque siempre puede haber un arreglo entre productor y propietario.

Primero, recuperar el suelo
El director de Investigación para América Latina y el Caribe del Centro Internacional para Agricultura Tropical (CIAT), Elcio Guimaraes, considera que en Centroamérica todavía no ha llegado la tecnología y los conocimientos más avanzados, mientras que en países como Argentina, Brasil, Paraguay o Bolivia se desarrolla más la siembra directa sobre rastrojo, que no altera el suelo.
A su juicio, el sistema Quesungual está adaptado para agricultores de pocos recursos y con pequeñas parcelas, una experiencia que se ha reproducido en El Salvador, Nicaragua, Costa Rica o Guatemala, entre otros.
Para Guimaraes, el punto de partida es en cualquier caso el principio de recuperación de los suelos. A partir de ahí “hay que ajustar el sistema a las condiciones y las demandas de los agricultores”, enfatiza.

Si el suelo es más cálido, libera más CO2

Los suelos más cálidos liberan CO2 adicional a la atmósfera

Fue Publicado en
/01/2013
Fuente: Ecoticias
País/Región: Internacional

Las temperaturas más cálidas a causa del cambio climático pueden provocar que los suelos liberen más carbono a la atmósfera, aumentando así el propio cambio climático, pero este efecto disminuye en el largo plazo, según concluye un nuevo estudio publicado en la revista 'Nature Climate Change'. La investigación, de la Universidad de New Hampshire (Estados Unidos), arroja más luz sobre cómo los microorganismos del suelo responden a la temperatura y podría ayudar a mejorar las predicciones acerca de cómo el calentamiento global afectará al dióxido de carbono en el flujo de los suelos.

Las actividades de los microorganismos del suelo liberan diez veces más dióxido de carbono que las actividades humanas. Históricamente, esta liberación de dióxido de carbono se ha mantenido a raya por la absorción por parte de las plantas de los gases de la atmósfera, pero las actividades humanas potencialmente alteran este equilibrio.

El profesor Serita Frey, de la Universidad de New Hampshire, y los coautores Johan Six y Juhwan Lee, de la Universidad de California en Davis, y Jerry Melillo, del Laboratorio de Biología Marina, estudiaron cómo el aumento de las temperaturas por el cambio climático podría alterar la cantidad de carbono liberado por los suelos. "A pesar de que son bajos en la escala carisma, los microorganismos del suelo son críticamente importantes para el balance de carbono de la atmósfera", dice Frey.

Los investigadores examinaron la eficacia de los organismos del suelo, cómo utilizan fuentes de alimento para mantener su maquinaria celular, dependiendo de la fuente de alimento y la temperatura en dos escenarios diferentes, y encontraron que en la primera situación a corto plazo el calentamiento de las temperaturas tuvieron poco efecto sobre la capacidad de los suelos para utilizar la glucosa, una fuente de alimento sencillo liberado de las raíces de las plantas. Para fenol, una fuente de alimento más complejo común en la descomposición de la madera o las hojas, los suelos mostraron una caída del 60 por ciento en la eficiencia a temperaturas más altas.

"A medida que aumenta la temperatura, disminuye la eficiencia, es decir, los microorganismos del suelo liberan más dióxido de carbono a la atmósfera, pero sólo para las fuentes de alimentación más complejas", explica Frey. Así, destaca que se podría inferir que "a medida que se calienta el suelo, más dióxido de carbono se libera a la atmósfera, exacerbando el problema del cambio climático".

Este efecto disminuye, sin embargo, en el segundo escenario, en el que los suelos se calentaron cinco grados Celsius por encima de la temperatura ambiente durante 18 años. "Cuando el suelo se calienta para simular el calentamiento climático, hemos visto un cambio en la comunidad para ser más eficientes en el largo plazo", argumenta Frey, añadiendo que disminuye la cantidad de dióxido de carbono liberada por suelos a la atmósfera y, a su vez, su impacto en el clima. "La respuesta de retroalimentación positiva puede no ser tan fuerte como habíamos previsto", agrega.

El equipo de investigación también examinó cómo los cambios en la eficiencia de los microorganismos del suelo pueden influir en el almacenamiento a largo plazo del carbono en los suelos como fue predicho por un modelo de ecosistema de uso común. Los modelos de este tipo se utilizan para simular la dinámica de los ecosistemas de carbono en respuesta a distintas perturbaciones, tales como el cambio de uso del suelo y el calentamiento climático.

Estos modelos asumen generalmente que la eficiencia es fija y que no cambia con la temperatura u otras condiciones ambientales y el equipo encontró un gran efecto a largo plazo de almacenamiento de carbono del suelo como lo predice el modelo cuando se varía la eficiencia de carbono de una manera comparable a lo que se observó en sus experimentos. "Hay una clara necesidad de nuevos modelos que incorporan un parámetro de eficiencia que puede fluctuar en respuesta a la temperatura y otras variables ambientales", señala Six.
Los investigadores tienen la hipótesis de que a largo plazo el calentamiento puede cambiar la comunidad de microorganismos del suelo para que sea más eficiente. Adaptación del organismo, el cambio en las especies que componen los suelos y/o cambios en la disponibilidad de diferentes nutrientes podrían dar como resultado este aumento de la eficiencia.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Especial COP 21 de Paris: El día después




COP21: ¿cuáles son las diferencias entre los acuerdos de Copenhague y París?

Fecha de Publicación
: 13/12/2015
Fuente: BBC
País/Región: Internacional


En su alocución tras la aprobación del acuerdo de París sobre el cambio climático, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, celebró el resultado alcanzado y calificó a la cumbre climática anterior realizada en Copenhague como una reunión "caótica".
Ese encuentro ocurrido en 2009 fue calificado en su momento por organizaciones ambientalistas como Greenpeace como un "fracaso". Pero, ¿qué diferencia lo ocurrido en Copenhague de lo conseguido en París?
En primer lugar, el acuerdo político. Aunque la reunión de Copenhague culminó con una declaración llamada el Acuerdo de Copenhague, éste no fue refrendado por todos los países asistentes.
Además, no tenía un carácter vinculante, por lo que quienes lo suscribían no tenían ninguna obligación legal de cumplirlo.

Metas más ambiciosas
El texto aprobado en París es, además, más ambicioso.
Mientras en Copenhague se reconoció la necesidad de limitar que la temperatura no aumente más de 2 grados centígrados sobre los niveles previos a la revolución industrial, el documento firmado en París establece que la meta debe estar bien por debajo de esa temperatura.
De hecho, los países firmantes se comprometen a "hacer esfuerzos" por limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados.

Un compromiso para todos
Hasta ahora los acuerdos separaban al mundo en dos: los desarrollados y en vías en desarrollo.
Esta estructura se consolidó en el protocolo de Kioto, en el que los únicos países comprometidos a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero eran países desarrollados.
El acuerdo de París es el primero que logra comprometer a todos los estados parte a tomar medidas contra el calentamiento global.
El tema era espinoso pues durante años ha habido una disputa entre países desarrollados y países en desarrollo (especialmente potencias emergentes como China) acerca de quienes deben hacer los sacrificios.
Los países en desarrollo destacan que los países desarrollados tienen una "responsabilidad histórica", pues fueron ellos los que empezaron a contaminar desde el inicio de la revolución industrial.
Los países desarrollados, por su parte, destacan que las economías emergentes son las que en la actualidad producen entre 60% y 65% de los gases efecto invernadero.
El acuerdo de París zanja el asunto al establecer que todos los países deben fijar sus propias metas de reducción y control de emisiones.
Aunque no penaliza a quienes las incumplan, al obligar a todos los estados a informar sobre sus avances en la materia, establece un incentivo para que los gobiernos honren su palabra.
De todas formas, en atención a preocupaciones expresadas por estos, el acuerdo prevé que en esto haya cierta "flexibilidad" para los países en desarrollo que lo requieran.

¿Quién pone el dinero?
El financiamiento de la lucha contra el cambio climático ha sido un tema difícil.
En Copenhague se proponía que los países desarrollados debían ponerse la meta de disponer de US$100 mil millones anuales hasta 2020 para ayudar a los países en desarrollo.
Ese monto fue comprometido por los países ricos en los días previos a la conclusión del acuerdo de París, en cuyo texto se insta a los países desarrollados a aumentar su apoyo financiero "con una hoja de ruta concreta" hasta esa cantidad.
Además se les pide aumentar significativamente el financiamiento dado a la adaptación ante el cambio climático, un tema clave para los países en desarrollo.