Al compartir con ustedes mis experiencias de 45 años de labor
académica, como docente, profesor, investigador, curioso y por que no, como
alumno permanente de los misterios de la naturaleza, quiero transmitir a todos
esta bella interpretación de lo que son HOMBRES INTEMPORALES, y que no fue
precisamente otro biólogo el que nos recordó el nacimiento de un gran sabio,
como fue Charles Darwin.
La expresión que adjunto corresponde al profesor y periodista
NECIAS TAQUIRI YANQUI, editorialista del diario regional "La Calle"
de Ayacucho.
HOMBRES INTEMPORALES
Hombres intemporales son -porque jamás los olvidaremos- aquellos que como Marx, Lenin, Ghandi, Jesús, Fidel Castro, Julio C. Tello, Mariátegui, Vallejo, Arguedas, Neruda, etc., dejaron sabias enseñanzas en su época y para todas las épocas en beneficio de los demás. Gente que olvidó de sus propios intereses, y hasta de sus familiares, para ponderar los intereses de los demás, de los pueblos, de la humanidad toda, inclusive desde posiciones ideológicas contrapuestas, pero de hecho con la mejor predisposición de actuar siempre en beneficio de la sociedad.
Uno de esos hombres es Charles Darwin,
quien nació el 12 de febrero de 1809 en Shrewsbury, Inglaterra. Un genio entre
los genios, que desde pequeño destacaba por su curiosidad, casi tanto como
destacan los periodistas más acuciosos de estos tiempos, y un observador de
primera. Nunca obtuvo notas brillantes y hasta un ‘fracasado’ en la carrera de
Medicina y en la carrera de clérigo. Amigo del naturalista John Stevens Henslow
y del geólogo Adam Sedgwick, y posteriormente su mejor discípulo. Con Henslow
trabajó en la recopilación de datos y observaciones sobre la fauna y flora
durante un viaje por el hemisferio sur y ahí encontró su verdadera vocación
científica. Estuvo, por ejemplo, en los desiertos de sal de Perú, dentro del
recorrido que hizo por el mundo.
Con la ingente cantidad de datos,
especímenes y reflexiones recogidas durante su viaje, Darwin, de acuerdo a la
información revisada, comenzó una lenta y trabajosa labor de investigación,
como una araña afable en el centro de una tela de araña mundial, formada por la
comunidad científica, gracias a la cual acumuló una portentosa cantidad de
conocimientos, que le llevó a plantear una teoría sobre “El origen de las
especies” o la teoría de la evolución. Darwin decía que todas las especies de
la tierra descendían de un sólo antepasado común y que la fuerza que empujaba
los cambios, eran los cambios en el medio.
Planteó que: “ni Dios creó las especies
una a una, ni éstas cambiaban por voluntad divina”. Horror de horrores,
señores, para esa época. Han pasado 155 años y ahora no se toma la teoría como
una aberración, y si bien los estudios han avanzado enormemente, nunca deja de
basarse en su trabajo, que antes de publicarse, le costó 20 años de
investigación. El libro agotó sus ejemplares el mismo día de su publicación y
desde entonces, las nuevas ediciones literalmente volaron de los estantes de la
librería.
Una anécdota que leímos en internet y lo compartimos, es el ofrecimiento de Karl Marx: dedicarle a Darwin la edición en lengua inglesa de El Capital. Darwin se negó con educación tremendo honor, pero su obra alcanzó de todas maneras, sin esa ‘ayudita’, una repercusión mundial. Otro hecho singular que rodeó la publicación del “Origen de las especies”, es el acalorado debate abierto en los círculos científicos más avanzados de todo el mundo. Las polémicas llegaron a ser inclusive sangrientas, motivó excomuniones, los que por adscribir la teoría de Darwin, adquirían tintes de verdaderos mártires de una nueva revolución científica.
Murió, como muchos lo hicieron en el mes
de las letras: el 19 de abril de 1882 y fue enterrado junto a Isaac Newton. “De
esta manera acabaron unidos los dos mayores científicos de la historia de Gran
Bretaña”, dice una nota, “aunque no deja de ser curioso que en la parcela de
suelo más sagrada de las islas, descansen los restos del que acabó con los
milagros en el mundo físico y había reducido a Dios al papel de creador del
Cosmos (Newton) y Darwin, que no sólo había terminado con los milagros en el
mundo biológico sino también con la creación, despojando a Dios de su papel de
creador del hombre, y al hombre, de su origen divino”.
Su pasión por la verdad,
su compromiso con una causa, su extraordinaria modestia, su aversión a la
crueldad y la injusticia y su bondad sin límites, son herencias universales que
los luchadores de todos los tiempos adscriben acaso en el lema: servir al
pueblo de todo corazón; pero, pues, de verdad...
Es necesario incluir en
los ejemplos que nos ilustra el profesor y periodista NECIAS TAQUIRI YANQUI, a
otro gran científico de todos los tiempos, el Químico francés LOUIS PASTEUR,
¨Padre de la microbiología¨, quien aporto a la humanidad con trabajos como la
vacuna contra la rabia, el ántrax, la pebrina del gusano de seda y otros más,
pero, creo que lo señalado por el Profesor TAQUIRI se ha entendido, pero….. y
la sociedad lo ha entendido? , podrá existir alguna vez una SOCIEDAD
INTEMPORAL?
Cuando el gobierno
francés cayó en cuenta que tenia a uno de los científicos más brillantes, le
dedico un homenaje, le construyo el Instituto de investigaciones con su nombre,
mientras él estaba vivo ¨INSTITUTO
LOUIS PASTEUR¨ y le entrego a Pasteur para que continúe sus investigaciones y
transmita sus conocimientos a las generaciones futuras.
Que tal interpretación
de una Sociedad Intemporal, En las actuales sociedades se les rinde homenaje a
políticos, a Directores y a cualquier personaje que ocupa un cargo, no a los trabajadores,
a Generales y no a soldados. A veces hay que morir para ser reconocidos, vayan
desde aquí un saludo a todos aquellos hombres y mujeres que a la medida de nuestros esfuerzos quizás lleguemos a ser también intemporales.
Atentamente intemporal: Raúl
Espíritu Cavero
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