Pues sí, muchas frases y grandilocuentes
afirmaciones que continuamente escuchamos o decimos y que son atribuidas a
grandes personajes históricos, en realidad, se ha tergiversado su significado,
cambiado las palabras o directamente, nunca han sido escritas o pronunciadas
por nadie.
Ejemplos:.
1.- El fin justifica los medios:
"Il fine giustifica i
mezzi" famosísima frase atribuida a Maquiavelo no
aparece escrita en ninguna de sus obras ni se tiene constancia de que la
pronunciara jamás. Lo más parecido (en su significado que no en su forma)
aparece en su libro "Historia Florentina (III)" y
dice:
"Aquellos que triunfan
nunca resultarán avergonzados por el modo como hayan triunfado"
Lo cierto es que dista bastante de la frase en
cuestión aparte de que es ridículo pensar, en que nadie antes de Maquiavelo, no
haya expresado de alguna manera tan "magnífica excusa" para hacer lo
que a uno le venga en gana.
2.- El estado soy yo.
La tradición pone esta frase en boca de Luis XIV de
Francia cuando, enterado que el parlamento de París se había reunido a sus
espaldas, interrumpió su cacería y se presentó allí ataviado con su traje de
montería. El presidente del parlamento le hizo un comentario al monarca acerca
del bien del estado a lo que Luis XIV le contestó con su lapidario "El
estado soy yo".
Pues bien, los más respetables historiadores niegan
que esto haya pasado de esta manera, y como mucho, el rey se limitó a imponer
silencio con un gesto. Al parecer, Luis XIV, que sólo tenía 17 años, era poco
agraciado, poco expresivo y muy parco en sus palabras, así que es difícil
atribuirle una frase de tal empaque.
3.- Se puede engañar a todo el mundo alguna vez y a alguna persona todo
el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo.
Esta frase se dice que la pronunció Abraham Lincoln el 8
de Septiembre de 1858 en el estado de Illinois cuando se presentaba a las
elecciones para senador. El problema es que no se encuentra registro de ella en
ningún periódico ni crónica de la época. Tan solo aparece en un libro de
finales del siglo XIX escrito por un coronel quien dice mantuvo con él esta
conversación. Se duda mucho de la versión de este coronel aunque distintas
investigaciones se han esforzado por adjudicársela a Lincoln ya que es una
frase que adorna en gran manera la vida de cualquier gobernante.
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