Posted: 02 Jan 2014 07:52 AM PST
Mongolia tiene unos 250 días de sol al año, uno de los sobrenombres de este país es la tierra de los cielos azules.
En este país, donde predominan las llanuras y se encuentra el desierto del Gobi, viven unos 800.000 nómadas entre una población total de 2,8 millones de habitantes.
Los nómadas se trasladan continuamente con todas sus pertenencias y animales; y viven en yurtas, unas tiendas de campaña hechas con fieltro y lana de yak.
El
estilo de vida es el mismo que hace cientos de años, con pocas
variaciones; como el uso aislado de motos o generadores de gasóleo.
Sin
embargo el nivel de vida ha mejorado sensiblemente desde principios del
siglo XXI. Muy recientemente se puede ver en las llanuras el reflejo
del sol en las placas solares instaladas en las yurtas.
Desde
2005 hasta hoy el gobierno ha llevado la electricidad al 70% de los
pueblos nómadas. Para ello han utilizado sistemas solares portátiles que
proporcionan luz dentro de las tiendas, permiten recargar los teléfonos
y abastecen de energía las neveras o televisores. Esto último les es
muy útil porque pueden escuchar el pronóstico del tiempo; algo
fundamental para trabajar más eficientemente y poder mantener protegidos
a sus animales.
Los
teléfonos sirven con frecuencia para mantener el contacto de padres e
hijos, la mayoría de éstos viven en internados en las ciudades para
poder estudiar; muy lejos de sus familias. También permite a los nómadas
estar en contacto con los servicios médicos de emergencia y evita que
tengan que realizar largos viajes al pueblo más cercano.
Los sencillos sistemas solares portátiles han mejorado drásticamente la calidad de vida de unas 560.000 personas.
La
distribución e instalación de los paneles comenzó en el año 2005 y
llegó a 30.000 familias. Ese mismo año el programa se estancó por falta
de fondos. En el año 2006 el proyecto recibió la ayuda del Banco Mundial
que financió la mitad de la inversión y el mantenimiento de los paneles
con la creación de 50 centros de reparación distribuidos por todo el
país.
El coste por familia de
esta instalación oscila entre los 60 y los 350 euros, dependiendo de la
calidad de la instalación y el tipo de paneles.
Este proyecto tiene también evidentes ventajas ambientales al sustituir a velas, gasóleo o queroseno como fuentes de iluminación. También evita la contaminación en el interior de las yurtas por el humo de estos productos.
Los
sistemas solares más eficientes también están reemplazando a los
generadores diesel que utilizan para calentarse, en sustitución de las
estufas, la quema de carbón, madera o estiércol.
Un
excelente ejemplo de cómo se puede ayudar a toda una población, y al
medio ambiente, con un coste perfectamente asumible y al mismo tiempo
sin modificar su modo de vida tradicional.
Via: aljazeera.com
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